Esta mañana, mi chico ha madrugado para ir a comprar un roscón de reyes al "Forn de Toni". Me ha despertado el olor a chocolate a la taza. Chocolate que se empeña en hacer a la manera tradicional, removiendo y removiendo... (con lo bien que van los instantáneos o los ya preparados, que solo hay que meterlos en el microondas) Y claro, se ha puesto a leer el periódico y se le ha quemado. Menudo cabreo mañanero.
Al final me he tomado mi Nespresso con leche y ha salido la sorpresa en mi trozo de roscón, un caramelo de plástico que casi me rompe un diente y que no sé qué narices significa. Se supone que me tendría que poner en la cabeza la corona de cartón que llevaba incluída el dulce (ni muerto) En su lugar, les hemos fabricado unas coronitas a las gatas y han quedado así de monas.
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